La industria automotriz se ha volcado decididamente hacia el desarrollo y la comercialización de vehículos eléctricos. A nivel global, la inversión anunciada es de unos $90 mil millones de dólares, y se prevé que siga aumentando. Asimismo, se espera que las grandes firmas automotrices ofrezcan docenas de nuevos modelos eléctricos para su venta al público en los próximos años. A simple vista, el entusiasmo generado por los modelos de cero emisiones contrasta con una participación de mercado de apenas un 1%. Sin embargo, los flujos de inversión son en realidad un reflejo de lo que podemos esperar en el futuro.
Un futuro marcado por la necesidad apremiante de hacer frente al cambio climático . El sector del transporte es responsable de un tercio de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. De ahí que las principales economías del mundo estén tomando medidas para impulsar el desarrollo y la adquisición de vehículos eléctricos, alimentados preferentemente por energías limpias. Estas medidas abarcan incentivos fiscales, estándares de consumo de combustible más estrictos, subvenciones para la investigación y desarrollo, inversión en infraestructura de carga, así como objetivos explícitos para reemplazar total o parcialmente las ventas de automóviles a gasolina y diésel, entre otras..
Entre los países que se han tomado más en serio la electrificación del transporte destaca China, actualmente el mercado más grande de automóviles eléctricos. Recientemente, el gobierno chino se ha propuesto incentivar la adopción en masa de estos vehículos mediante incentivos fiscales, por el lado de la demanda, y cuotas de producción, por el lado de la oferta. El objetivo: introducir alrededor de 7 millones de unidades para 2025, siete veces más que las que circulan actualmente en el mundo. China se convertiría así en la gran potencia en el desarrollo y comercialización de vehículos de cero emisiones. Por ello, no es de extrañar que, en los próximos años, las grandes compañías automotrices busquen posicionar sus versiones de vehículos eléctricos en China, para lo cual llevarán a cabo alianzas estratégicas con empresas locales.
Otro factor dominante en la tendencia hacia la electrificación del transporte es la tecnología. Años y recursos dedicados a la investigación y desarrollo han dado como resultado una caída en el coste de la batería de iones de litio –de $800/kWh en 2010 a $300/kWh en 2016– que actualmente conforma cerca del 40% del precio al público, antes de impuestos. Los expertos coinciden en que el coste de esta batería podría situarse por debajo de $100/kWh a inicios de la próxima década, lo que alentaría la venta de unidades en masa.
Algunos de los modelos más recientes tienen una autonomía de 320 kilómetros por carga, suficiente para incrementar la confianza de los consumidores en esta tecnología. Asimismo, se han logrado reducir significativamente los tiempos de recarga y se ha expandido el número de estaciones, tanto públicas como privadas. En un contexto en el que la batería y las estaciones de carga van dejando de ser un problema, los consumidores pueden valorar mejor otros atributos de los modelos eléctricos como el hecho de tienen menos componentes, por lo tanto un coste de mantenimiento más bajo; así como que pueden rendir entre 5 y 10 veces más kilómetros que un motor de combustión interna.
Debido a su bajo coste de mantenimiento y alta durabilidad, los vehículos eléctricos son clave en el desarrollo de la movilidad compartida y la movilidad como servicio. Asimismo, la electrificación del transporte se intensificará con la aparición de los vehículos autónomos. Aunque el uso generalizado tomará varias décadas, debido a su complejidad técnica e implicaciones legales, es muy probable que los nuevos vehículos robotizados sean también eléctricos.
Finalmente, el principal reto para las compañías automotrices en el corto plazo es producir vehículos eléctricos en masa y de manera rentable. Lo anterior requerirá de una buena dosis de innovación, no sólo en el ámbito de las baterías sino en otros aspectos clave como el diseño, la procuración de insumos y los procesos de ensamblaje. Dado que la electrificación del parque automovilístico no sucederá de la noche a la mañana, las compañías automotrices tendrán que combinar la producción de vehículos a gasolina, diésel, híbridos, y eléctricos de manera eficiente durante los próximos años.
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